REFLEXIONES CRISTIANAS

La Cruz

 -Un joven, ya no podía mas con sus problemas, cayo de rodillas, orando: “Señor, no puedo seguir más. Mi cruz es demasiado pesada”

-El Señor, como siempre, acudió y le contesto: “Hijo mío, si no puedes llevar el peso de tu cruz,guárdala dentro de esa habitación. Después, abre esa otra puerta y escoge la cruz que tu quieras”

-El joven suspiro aliviado: ”Gracias, Señor” , e hizo lo que le había dicho. Al entrar, vio muchas cruces, algunas tan grandes que no les podía ver la parte de arriba. Después, vio una pequeña cruz apoyada en un extremo de la pared. “Señor”, susurro, “Quisiera esa que esta allá”

- Y el señor contesto: “Hijo mío, esa es la cruz que acabas de dejar”

Cuando los problemas de la vida nos parecen abrumadores, siempre es útil mirar a nuestro alrededor y ver las cosas con las que se enfrentan los demás. Veras que debes considerarte mas afortunado de lo que te imaginas. TU CRUZ cualquiera que sea tu cruz, cualquiera que sea tu dolor, cualquiera que sea tu problema, siempre brillara el sol después de la lluvia.

....Autor Anonimo....

 

El Tren Equivocado.

Un conductor ferroviario una mañana comenzó su trabajo como de costumbre, cuando se encontró con una situación anormal. El primer pasajero que se montó en el tren tenía el boleto equivocado. "Lo siento mucho señor", dijo el conductor, "pero usted está en el tren equivocado. Tendrá que cambiar de tren en la próxima estación". Inmediatamente después, tomó más boletos y se encontró que todos estos pasajeros iban en el tren equivocado. Le comenzó a parecer extraño que tanta gente hubiera cometido el mismo error. No hubo de pasar mucho tiempo para que la verdad saliera a flote: era el conductor el que iba en el tren equivocado.

Este acontecimiento ilustra como el error de una persona puede llevar a otros por el camino equivocado. Por supuesto, el error del conductor, aunque no fue intencional, tuvo consecuencias adversas, por lo menos para los pasajeros. Algunos siguieron las instrucciones del conductor y tuvieron que perder el tiempo de tren en tren hasta enterarse de la verdad. Con todo, la pérdida no fue grave. Pero hay casos en que el error es menos tolerable. En asuntos de finanzas, una equivocación de cualquier índole puede dejar en la ruina aun hombre rico. Cuando se trata de salud, un error es aún más crítico. Una equivocación por parte de los médicos, puede resultar en la muerte física de un ser humano. En el área de la religión un error puede desviar a muchos del camino de la salvación eterna.

Debemos asegurarnos que vamos en el tren correcto y en la dirección correcta. Esto por supuesto no se logra a base de opiniones, emociones, o sentimientos, sino a base del conocimiento y la obediencia de la verdad. Cristo lo dijo muy claro: "La Palabra que he hablado ella le juzgará en el día postrero" (Juan 12:48). Cuando se trata de la salvación del alma, la búsqueda de la verdad es mucho más importante que las cosas materiales de este mundo. Es un asunto de vida o muerte (Hebreos 2:1 3).

 

¿Cómo arreglar al Mundo?

 Vivía preocupado un científico por los problemas que agobian al mundo, y se propuso un día encontrar la solución para disminuirlos. Pasaba días encerrado en su laboratorio en busca de respuestas para sus dudas.

Cierto día, su hijo de siete años, invadió su laboratorio decidido a ayudarlo en su trabajo. El científico, nervioso por la interrupción, le pidió al niño que se fuera a jugar a otro lado, ya que el niño no se iba, busco algo para poder entretenerlo.

De repente tomo un mapa-mundi de un a revista, y con una tijera recorto el mapa en varios pedazos y junto con un rollo de cinta adhesiva, lo entrego al hijo, diciendo: Como a ti te gustan los rompecabezas, entonces voy a darte el mundo para que lo puedas arreglar. Aquí tienes el mundo todo roto y destrozado. Mira como puedes arreglarlo. ¡Hazlo todo solo!

El científico calculo que al niño le llevaría días para arreglar el mapa hecho pedazos. Algunas horas después, escucho la voz del hijo que le llamaba felizmente:¡padre, padre, logre arreglar el mundo! Al principio el padre no dio crédito a las palabras del hijo. Pensó que a la edad de su hijo seria imposible arreglar un mapa que jamás había visto.

Entonces, el científico levanto sus ojos para ver el trabajo realizado por su hijo, seguro que vería un trabajo digno de un niño. Sin embargo, para su sorpresa, el mapa estaba completamente armado. Todos los pedazos avían sido colocados en sus sitios. ¿Cómo es posible?, ¿Cómo el niño había sido capaz? Se preguntaba el padre. ¿cómo lo conseguiste?, si tu no sabias como era el mundo ¿Cómo lo lograste hijo?

El niño respondió:... Padre, yo no sabia como era el mundo, pero cuando tu quitaste el papel de la revista para recortarlo y hacerlo pedazos, mire que del otro lado estaba la figura de un hombre. Cuando tu me diste el mundo para arreglarlo, yo intente pero no pude. Entonces me acorde del hombre y di vuelta a los pedazos y empecé a arreglar al hombre que yo sabia como era. Cuando termine de arreglar al hombre di vuelta a la hoja y encontré que también había arreglado el mundo.

Que gran verdad encontramos en esta historia. Hoy día los lideres mundiales se preocupan por mejorar el mundo entero, para que la paz florezca y reine en todos nuestros países, para que nuestro mundo sea un mundo mejor y lleno de oportunidades para todos, para que la igualdad y los derechos del hombre sean respetados. En la actualidad vemos países enteros declarándole la guerra a otros con el propósito según ellos de liberarnos de la opresión y barbarie de sus gobernantes, así como devolvernos la paz, la libertad y armonía que tanto desean. Sin embargo, la palabra de Dios nos dice que para mejorar al mundo, debemos empezar con el individuo, con el hombre dispuesto a rendirse a los pies del señor.

“Someteos, pues a Dios...Acercaos a Dios, y El se acercara a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble animo, purificad vuestros corazones. (Santiago.4:7-8)

Si intentamos arreglar el mundo nunca lo lograremos, pero si empezamos con el individuo triunfaremos, para esto es necesario llevarle las buenas nuevas de salvación, enseñándoles que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores de los cuales yo soy el primero decía el apóstol Pablo. (1 Timoteo.1:15)

Procuremos el arreglo del mundo, empezando, pues, por nosotros mismos, en nuestros hogares, y con nuestros hijos. Solamente arreglando al hombre, podemos arreglar al mundo. Dios nos ayude en esta tarea.

 

Todas tus lágrimas y toda tu sangre.

Un día Satanás y Jesús estaban conversando. Satanás acababa de venir justamente del jardín del Edén y estaba gozándose y jactándose:

-¡Si, señor! Sorprendí al mundo lleno de gente perdida. Les puse una trampa, use un anzuelo que estoy seguro no podrán resistir.¡Los tendré a todos!.

-¿Qué vas a hacer con ellos?, le pregunto Jesús.

-Satanás contesto:¡Oh, me voy a divertir! Les enseñare como casarse y divorciarse, como odiarse y abusar el uno del otro, como beber, fumar y blasfemar. Les enseñare a inventar armas y bombas para que se maten entre ellos. ¡Realmente me divertiré!

- ¿Y que vas a hacer con ellos cuando hayas terminado?, pregunto Jesús.

- ¿Oh, los matare!, respondió Satanás orgullosamente.

-¿Cuánto quieres por ellos?, pregunto Jesús.

-¿Oh no, tu no quieres a esa gente! Ellos no son buenos. Porque los querrías si ellos te odiaran, escupirán y te mataran. Tu no quieres a esa gente.

-¿Cuánto?, pregunto nuevamente Jesús.

-Satanás miro a Jesús burlonamente, y le dijo: quiero “Todas tus lagrimas y toda tu sangre”.

-Jesús dijo: “Hecho”

-Entonces, el pago el precio.

                 

El poder del sacrificio.

En el siglo XV, en una pequeña aldea, cerca de Nuremberg, vivía una familia con dieciocho hijos.

¡Dieciocho! Para mantener por lo menos la comida sobre la mesa para esta gente, el padre, un herrero por profesión, trabajaba casi dieciocho horas al día en su oficio y en cualquier otra tarea de paga que pudiera encontrar en el vecindario. A pesar de la condiciones desesperantes, dos de los hijos mayores tenían un sueño. Ambos querían desarrollar el talento que tenían para el arte, pero sabían perfectamente bien que su padre no podría mandarlos a estudiar arte en la academia de Nuremberg.

Después de largas discusiones por las noches en sus conglomeradas camas, los dos muchachos finalmente llegaron a un trato. Apostarían sobre una moneda. El perdedor iría al fondo de una mina cercana y sus ganancias servirían para pagar los estudios de su hermano en la academia. De manera que cuando el hermano que había ganado la apuesta terminara sus estudios, en cuatro años el pagaría la academia del otro hermano, ya fuera con sus ventas o con trabajo en las minas. Hicieron la apuesta con la moneda un domingo después de la reunión de la iglesia.

Albrecht gano la apuesta y partió hacia Nuremberg. Albert se fue a las peligrosas minas, y por los cuatro años siguientes ayudo a su hermano, cuya obra en la academia fue una sensación casi inmediata. Las tintas, los oleos y relieves eran mucho mejor que los de la mayoría de sus profesores y para el tiempo en que se graduó, ya contaba con considerables entradas por trabajos encargados.

Cuando el joven artista volvió a su casa, la familia Durero preparo un banquete para celebrar el retorno triunfante de Albrecht. Después de una larga comida acompañada de música y risas, Albrecht se levanto de la silla en que lo habían honrado para brindar por su amado hermano que se había sacrificado por años para que el pudiera realizar su sueño. Las palabras de su brindis fueron: “Y ahora Albert, Querido hermano mío, es tu turno. Ahora tu puedes ir a Nuremberg para realizar tu carrera, y yo estaré cuidando de ti”. Todos los rostros se volvieron hacia el otro extremo de la mesa donde Albert se encontraba; lagrimas rodaban por sus pálidas mejillas, mientras suspiraba y decía, repitiendo una y otra vez, “no....no....no...no....”. Finalmente Albert se levanto secando su llanto. Lanzo su mirada a la larga mesa, viendo a los rostros que el amaba, y entonces, sosteniendo sus manos cerca de su mejilla derecha, dijo suavemente: “No hermano, no puedo ir a Nuremberg. Es muy tarde para mi. ¡Mira.... Mira lo que cuatro años han hecho a mis manos! Los huesos de cada dedo han sido aplastados por lo menos una vez, y últimamente he sufrido tanto de artritis en mi mano derecha que no puedo ni siquiera levantar el vaso para brindar contigo, mucho menos trazar delicadas pinceladas sobre una tela. No hermano.... Para mi es muy tarde”.

Mas de 450 años han pasado. Ahora, cientos de obras maestras, dibujos a pluma, a carbón, acuarelas, grabados en madera y bronce, cuelgan en cada uno de los grandes museos del mundo, pero lo paradójico es que usted, como la mayoria de la gente, esta familiarizado con solo una de las obras de Albrecht Durero. Un dia, para dar honra a Albert por todo lo que el habia sacrificado, Albrecht dibujo con dolor las manos maltratadas de su hermano, con las palmas juntas y dedos delgados apuntando hacia el cielo. A esta celebre obra el la llamo sencillamente “Manos”, pero el mundo entero casi de inmediato abrió su corazón a la obra y la denomino como un tributo de amor “Manos de Oración”

 

El Equipo del Señor.

Estuve en el Espíritu y me encontré junto al Señor observando un juego de pelota. El equipo del Señor estaba jugando contra el equipo de Satanás y le tocaba batear al equipo del Señor en la última parte de la novena entrada con dos outs.

Seguimos mirando cuando el próximo bateador llegó al plato y su nombre era el Amor. El Amor tiró a la primera tirada e hizo un imparable ya que el Amor nunca falla. El próximo bateador era la Fe, que también logró otro imparable ya que la Fe y el Amor siempre trabajan juntos. El próximo bateador era la Sabiduría. Satanás inició movimiento y tiró su primera tirada, pero la Sabiduría lo miró bien y lo hizo pasar, porque la Sabiduría nunca se deja engañar por las trampas de Satanás. Primera bola. Con tres tiradas más, la Sabiduría pasó a primera base con cuatro bolas.

Con las bases llenas, el Señor me dijo que el siguiente bateador era su jugador estrella. La Gracia se acercó al plato. Yo comenté que no parecía un jugador valioso. Todo el equipo de Satanás pensó lo mismo y no se interesaron cuando vieron la Gracia.

Pensando que había ganado el juego, Satanás inició movimiento y tiró su primera tirada. Para el asombró de todos, la Gracia conectó con la pelota más duro que nadie. Pero Satanás no se mostraba preocupado ya que su jugador del campo central, el Principado del Aire, dejaba pasar muy pocos bombos. Cuando fue a coger la pelota, le pasó el guante, le dio en la cabeza y lo mandó contra el suelo. Después de rebotar de la cabeza del Principado del Aire, la pelota pasó por encima de la verja para un cuadrangular. El equipo del Señor ganó el juego.

El Señor entonces me preguntó si yo sabía por qué el Amor, la Fe y la Sabiduría pudieron ponerse en base pero no podían ganar el juego. Le contesté que no sabía. El Señor me explicó: «Si tu amor , tu fe y tu sabiduría hubiesen ganado el juego, entonces pensarías que tú mismo lo hiciste. El amor, la fe y la sabiduría pueden ponerse en base, pero solo mi gracia te puede hacer llegar a «Ganar». Mi gracia es lo que Satanás nunca puede detener».

 

El Valor de la unidad.

Hace falta unir nuestros talentos, energías y recursos individuales y congregacionales para cumplir exitosamente nuestra misión principal: SALVAR LAS ALMAS. Si lo hacemos, grande será nuestro gozo al ser testigos de la rápida consolidación y el fuerte desarrollo de la iglesia.

Había dos islas hermanas en la cuenca del Caribe: Fuafuí y Fuifua, ambas dedicadas al comercio de la pesca. Sucede que Fuafuí era la isla más próspera de las dos y conocida mundialmente por su excelente pescado, tanto en calidad como en volumen de producto. Fuifua también se dedicaba a la pesca, pero su industria estaba casi en bancarrota. Observemos qué pasaba.

Al llegar la temporada cuando el atún pasaba por sus costas, cien barcos pesqueros de Fuafuí salieron a la mar en busca una mancha de atún debido a que todos ellos se habían puesto de acuerdo en una sola estrategia. Todos trabajaron según dicha estrategia, cooperando y ayudándose mutuamente. El resultado era que todos los barcos siempre llegaron al muelle llenos de atún.

Pero no fue así con los pescadores de Fuifua donde no había una sola estrategia, sino que cada pescador cogió por su lado. Llegaron muy pocos barcos a la orilla con pescado y cuando ya había pasado la temporada del atún, había muy poco producto para vender.

Había un tiempo cuando todos los pescadores de Fuifua cooperaban, pero sucedió que los capitanes y los demás marineros comenzaron a tirarse los unos a los otros, a romper las redes y cada uno a dañar el equipo del otro. Hasta intentaron hundirse los unos a los otros. Ahora en la isla de Fuifua, es "sálvase quién pueda".

Me parece que nuestras congregaciones son como los barcos pesqueros, pero, a veces, no estoy seguro en cuál de las islas es que vivimos, si somos de Fuafuí o de Fuifua. No nos conviene tirarnos los unos a los otros y hacernos enemigos, denigrándonos y difamándonos entre sí. Hundir a otra congregación tampoco es una buena estrategia para las almas, sino concentrar nuestros recursos y energías, trabajando todos unidos de buena gana, y cumpliremos nuestra misión principal. Podemos salvar a muchos (inclusive a nosotros mismos) y lograr consolidar y unificar a todos los cristianos sinceros en todas las congregaciones de Dios.

La Golondrina

Una golondrina que cantaba muy alto en un árbol del bosque, vio a un hombre que caminaba con una cajita negra misteriosa. Bajando la golondrina hasta pararse en el hombro del señor, le preguntó "¿Qué tienes en la cajita negra?" "Gusanos" contestó el señor. "¿A cómo son?" preguntó la golondrina. "Muy buen precio. Solamente te cuesta una pluma".

La golondrina pensaba dentro de sí, "Debo tener como un millón y la mayoría son chiquititas. Seguramente una pluma no me hace falta. Aquí tengo la oportunidad de comer sin trabajar". Buscando la pluma más chiquita, la haló, cerrando los ojos por el dolor. Pero al comer el gusano gordito se olvidó del dolor y pronto estaba alto en los ganchos del árbol cantando tan bellamente como antes.

El día siguiente volvió a ver el mismo hombre caminando por la bosque con la cajita negra y una vez más cambió una plumita por un gusano. Pensaba la golondrina, "¡Qué buena vida! ¡Y sin trabajar!"

Y así fue por muchos días. Cada vez que se sacaba una pluma, menos le dolía, pero con más dificultad volaba. Al tiempo ya no podía alcanzar la parte más alta del árbol. El hombre con la cajita negra ya no venía porque ya no le quedaban más plumas para negociar por gusanos. Ahora le daba trabajo conseguir comida para vivir y ya no cantaba, avergonzada de su condición.

Amigo lector, así son los malos hábitos y los vicios. Se apoderan de nosotros. Son dolorosos al principio pero al tiempo son fáciles, hasta que nos roban de la habilidad de volar y cantar.

 

Gúliver y Los Liliputenses.

¿Cuántos conocen el cuento de Gúliver y los liliputenses? En sus viajes, Gúliver llega a la tierra de los liliputenses quienes medían sólo quince centímetros de alto. Cansado, Gúliver se acuesta en un pasto y se duerme. Al acercarse los liliputenses minúsculos, se sorprenden al descubrir un ser tan enorme y no tardan en concebir e implementar un plan de amarrar al "gigante" Gúliver con soguitas y estaquitas. Al despertar Gúliver, no puede moverse. Efectivamente, la gente diminuta, usando cosas diminutas, lo habían inmovilizado. ¡Qué situación más ridícula y embarazosa!

En la iglesia del Señor, a veces la gente de poca estatura espiritual, "inmoviliza" con sus cosas diminutas al obrero del Señor, mayormente cuando el obrero se duerme en medio de ellos. Esa "gente minúscula" con sus "cosas diminutas" anula las fuerzas del obrero, poniéndolo en ridículo frente a la iglesia y al mundo. ¡Qué situación más embarazosa para el obrero!

El mundo está lleno de "Liliputenses" que se empeñan en atarnos. Si se lo permitimos, nos atarán con infinidad de ligaduras insignificantes y débiles pero que unidas y enlazadas, virtualmente nos inmovilizan en cuanto a realizar las obras importantes del Reino.

Hermano, cuidado que no le reduzcan a Liliputense.

 

Ojos Mágicos.

José era zapatero y muy justo. Vivía en una pequeña aldea con su esposa María, una mujer gordita y alegre. José era muy serio, justo, apartado, pero María era muy dulce, conversaba y alegraba a todos los que pasaban por el negocio con su cariño y sonrisa.

Un día cuando llegó José a su casa, encontró a María con otro. Las noticias del adulterio de María se regaron por todo el pueblo. Como José era justo, la perdonó. Vivían juntos, pero no como antes. Raramente se hablaban. José hacía que la había perdonado, pero la miraba con odio por su traición. María sufría mucho por su justicia.

No le cayó bien a los ángeles lo que hacía José y enviaron un ángel para velarlo y cada vez que miraba a María con odio, el ángel echaban una piedrita muy pequeña, como de botón de camisa, en el corazón de José. Al sentir la piedrita, José suspiró de dolor, pero seguía odiando a María. Al pasar los días, los años, eran tantas las piedritas que los ángeles habían echado al corazón de José que ya no podía andar derecho. El peso lo había jorobado y lloraba a causa de su condición.

Un día le apareció un ángel al pobre hombre y le preguntó si quería ser sano de su dolor. Al decir que sí, el ángel le indicó que tenía que perdonar a María de todo corazón. José le contestaba que nada podía cambiar el pasado. El ángel dijo: "Sí, es cierto, pero podemos sanar el dolor que sufrimos en el pasado" y le obsequió a José unos ojos mágicos para mirar a María. Al principio, no los quiso usar, porque se había acostumbrado a odiar a María, pero su dolor le obligaba.

Al mirarla con ojos mágicos, ya no la veía como traidora sino como una mujer débil que lo necesitaba. Cada vez que José la miraba con ojos de compasión y misericordia, el ángel cumplía su palabra y le quitaba una piedrita de su corazón. Al tiempo ya no le dolía y andaba derecho. Invitó a María a entrar en su corazón de nuevo y humildes vivieron felices para siempre.

Apreciado amigo que lee estas humildes líneas, Cristo te ofrece ojos mágicos. No cambian el pasado, pero te pueden librar del dolor que sientes. Sí, yo sé. Hay personas que te han lastido. Te decepcionaron. Algunos son hipócritas. Pero tienes que perdonarlos. Observa que Cristo no lleva piedritas en su corazón. Mirando a los que le crucificaron con ojos mágicos, dijo: "Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen." No les guardaba odio ni rencor, sino que los miraba como débiles, dignos de comprensión y misericordia. ¿Sabes una cosa? Nosotros tampoco somos perfectos, y, sin embargo, Cristo nos ama y sigue mirándonos con ojos mágicos.

En esta vida tan confusa donde tropezamos los unos con los otros y donde no siempre demostramos el mismo humor, es de esperarse que hayan ofensas y mal entendidos de parte en parte. Ahora bien, si somos muy justos, guardando rencor, se nos va cargando nuestro espíritu, robándonos de alegría y salvación. ¿Por qué seguir reviviendo dolores del pasado? Vamos a usar los ojos mágicos de Jesús.

"Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor" (1 Jn. 4:7-8). "Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mi? ¿Hasta siete? Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete" (Mat. 18:21-22).

 

Otro ha Fallecido.

La iglesia se entristeció al enterarse de la muerte de uno de sus miembros más prominentes: Otro. Su fallecimiento crea un vacío que será difícil de llenar. Hace mucho tiempo que Otro ha estado con nosotros e hizo mucho más de su parte en el trabajo de la iglesia. Era un hermano muy favorito. Cuando había un trabajo que hacer, una clase que enseñar, o unas visitas que dar, siempre se oía decir, "Que lo haga Otro".

Era de conocimiento común que Otro ofrendaba más que nadie. Cuando había una crisis en el presupuesto de la iglesia, todo el mundo asumía que Otro iba a poner lo que faltaba. Otro era maravilloso - a veces aparentaba ser sobrehumano, pero ahora que ha muerto nos damos cuenta de que una sola persona no puede hacerlo todo. Parece que todo el mundo esperaba demasiado de Otro.

Ahora Otro se ha ido. No sabemos qué vamos a hacer. Otro nos dejó un ejemplo maravilloso a seguir, pero ¿quién va a hacer las cosas que Otro hacía? Ahora cuando buscamos ayuda, acuérdense que ya no podemos contar con Otro.

 

Papi, préstame cinco dólares.

-Papi, ¿Cuánto ganas por hora? Preguntó Ramoncito.

-Ocho dólares la hora. Contestó molesto su papá y prendió el televisor.

-Papi, ¿Podrías prestarme cinco dólares?,

-Mira nene estoy cansado, así que déjame ver tranquilo el boxeo y ve a tu cuarto a dormir. Contestó molesto el padre.

Momentos después, el padre meditando en lo sucedido y sintiéndose culpable fue a la habitación del niño y viendo, que este aún no dormía le dijo,

-Toma Ramoncito los cinco dólares que me pediste. El pequeño le dio las gracias y sacando otros tres dólares de debajo o de su almohada dijo a su padre.

- ¡ Ahora ya completé los ocho dólares! Papi, ¿Me podrías vender una hora de tu tiempo? Desafortunadamente este cuento es real en la mayoría de los hogares. Hermanos, no descuidemos a los niños, pues ellos son la iglesia del mañana.

 

Tres Jovenes.

Había tres jóvenes que fueron llamados a llevar la palabra de Dios a Roma. Estos jóvenes fueron a Roma y predicaban la palabra. Un día los llevaron a los gobernadores del país y los mismos les dijeron a ellos que negaran a su Dios o los castigaban, encerrándolos en una especie de piscina de agua fría. Ellos dijeron que no lo iban a negar y los echaron a la piscina. Transcurrió una semana y ellos estaban aún allí, con frío y sin haber comido nada y mutuamente se animaban unos a otros para lograr perseverar y tenían la fe de que el Señor les iba a ayudar.

Al transcurrir la segunda semana, uno de ellos le dijo a los otros: "¡Ya no puedo más! Dios nos ha abandonado ya que todavía permanecemos aquí. Tengo hambre, frío y sin esperanza ninguna. ¡Quiero salir de aquí!" Los compañeros trataron de darle ánimo para que no desmayase, pero fue en vano. El muchacho le pidió al carcelero que abriera la reja porque quería salir de allí y el carcelero le preguntó: "¿Está usted seguro de que quiere salir y que va a negar a su Dios?" El respondió: "Sí". Nuevamente, el carcelero le preguntó, "¿Estás seguro de que quieres salir y que vas a negar a tu dios?" El respondió, "Sí, voy a negar a mi Dios"> El carcelero le dejó salir y le dijo que se cambiara la ropa mojada por una seca de las que habían allí y que le diera su ropa para el ponérsela porque iba a entrar en la piscina para tomar su lugar. El joven le preguntó, "¿Por qué quieres mi lugar?" el respondió, "Porque yo vi a vuestro Dios cuando bajó a vosotros y les colocó una corona. Por esta razón es que deseo tomar tu lugar" .

¿Qué significa esto? El que persevera en la fe y en la doctrina, el que sirve a Cristo y permanece en él, a pesar de los obstáculos que surjan, recibe la corona de vida eterna. Amigo, tú que escuchas hoy, te exhorto a que no dejes a tu alma desmayar y que luches junto con Cristo para que obtengas la vida eterna. Cristo nunca nos deja. El nos ama y quiere lo mejor para nosotros. Amigo, tú que estás perdido, busca a Cristo y reconcíliate.

Recordemos el versículo que dice: " No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana, pero fiel es Dios que no os dejará ser tentados más de lo que podáis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida para que podáis soportar (1 Cor. 10:13).

El Señor siempre está con nosotros. Recuerda: "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece" (Fil. 4:13) El Señor nos ama y quiere lo mejor para nosotros. Hermano y amigo, si ahora estás perdido, contrariado, en pruebas; lucha con Cristo en tu alma y en tu corazón. Haz como estos dos jóvenes que perseveraron hasta el fin para lograr lo que Dios les dio, la corona de la vida eterna. Hay muchas tentaciones y muchas cosas mundanas que nos arrastran, pero fiel es Dios que nunca nos dejará.

Ten a Cristo siempre en tu alma y en tu pensamiento. Lucha y ten fe porque con Cristo todo se puede. Inténtalo y triunfarás y alcanzarás la corona de vida eterna para morar juntamente con Cristo.

 

 

¿Que dirán de mi?

Este año despedí varios duelos en el camposanto. Algún día yo tendré que morir, y tú también. ¿Cómo será tu entierro? ¿Qué dirán de tí? Vamos a suponer que estamos reunidos frente a tu cadáver. Tus familiares están llorando. Antes de depositar tus restos en el hoyo, como ministro tengo que decir unas palabras. Quisiera que tú me ayudes a llenar este formulario. Te invito a ser honesto contigo mismo, indicando cuáles son las expresiones y los textos correctos, que realmente reflejan tu verdadera persona, tu manera de vivir y tu relación con el Señor.

DESPEDIDA DEL DUELO

"Cuando ______________ (Escribe aquí su nombre) escuchó el glorioso evangelio de Jesucristo, descubrió que era pecador y necesitaba un Salvador, me siento (alegre — triste) al decir que (aceptó -- rechazó) el evangelio de todo corazón y como consecuencia, (aceptó — rechazó) el gran don de salvación que Dios nos ofrece por su gran amor para todos los hombres. (Favor de indicar el texto más apropiado: Mat. 11:28-30; Apoc. 22:17; Hech. 2:37-41; Hech. 13:44-46 y Rom. 6:15-18, 23).

Al pasar los años, (él — ella) se envolvió más y más como (cristiano — pecador) y su corazón se (ablandó — endureció) cada vez que escuchaba la dulce historia del amor de Dios. (Apoc. 2:7; Mat. 13:15; Hech. 2:40-41; 17:11 y Sant. 4:7-8).

Era regular en (asistir — faltar) a los cultos y estudios bíblicos de la iglesia. (Siempre pudimos contar — Nunca pudimos contar) con sus talentos. (Heb. 10:25; 2 Tim. 2:15; Jn 9:4; 1 Cor. 15:58 o Apoc. 2:10).

(El — Ella) era conocido por sus amistades y familiares como persona (muy devota — de poco interés) en asuntos espirituales. Era una persona que pensaba (mucho — poco) en dónde iba a pasar la eternidad. (Sal. 139:23-24 o Col. 3:1-2).

(El — Ella) era de una disposición tan (dulce y maravillosa — amargada y rencorosa) que sus familiares, amistades y hermanos siempre estaban (tranquilos — turbados) por su muerte que se aproximaba. Siempre demostraba (preocupación — desinterés) en los perdidos, los pobres, los afligidos y (siempre apoyaba — nunca apoyaba) los esfuerzos de la iglesia con dichas personas. (Mateo 25:31-46; Mat. 28:18-20; Gál. 6:9-10).

(El — Ella) era tan (amable y bondadoso — egoísta e insensato) que se notaba en todo lo que hacía. (Ef. 4:31-32; 1 Ped. 3:8-9 o Col. 3:12-15). Era (amigo fiel — hipócrita) y por lo que su muerte será de (gran — poca) pérdida para sus familiares, amistades y la iglesia. En consideración de su vida, es obvio que realmente (quería — no le importaba) ir al cielo, ya que puso su confianza en cosas (espirituales — mundanas) y por lo tanto, hoy nos despedimos (llenos — faltos) de esperanza de volvernos a ver en el reino celestial. (Juan 5:28-29; Mat. 6:33; 1 Jn. 2:25; 1 Ped. 1:3-4 o 2 Tes. 1:8-9)".

Todos sabemos que no tiene importancia lo que se dice en el entierro, a menos que refleje cómo la persona realmente vivió. Aunque es pesado meditar en nuestro entierro, la verdad es que revela mucho de la calidad de la persona que somos. No es tema para dejar para mañana. Ahora mismo, ¿cómo estás? Siendo la muerte inevitable, y viviendo aquí de prestado, ¿cómo estás con Dios? ¿Figura tu nombre en el libro de la vida? (Apoc. 20:12-15). ¿Te has arrepentido? (2 Cor. 7:10). ¿Has confesado tu fé en Cristo?(Mat. 10:32-33). ¿Has sido sepultado con Cristo para muerte por el bautismo? (Rom. 6:4). Cristo te llama, te ama y espera tu entrega hoy en vida.

 

“El secreto de las águilas”

El águila es el ave con mayor longevidad de esas especies. Llega a vivir 70 años, pero para llegar a esa edad, a los 40, debe tomar una seria y difícil decisión.

A los 40 años, sus uñas están apretadas y flexibles y no consigue tomar a sus presas de las cuales se alimenta. Su pico largo y puntiagudo, se curva, apuntando contra el pecho. Sus alas están envejecidas y pesadas y sus plumas gruesas. Volar se hace ya tan

difícil! Entonces, el águila tiene solamente dos alternativas: morir o enfrentar un doloroso proceso de renovación que durara 150 días.

Ese proceso consiste en volar hacia lo alto de una montaña y quedarse ahí, en un nido cercano a un paredón, en donde no tenga la necesidad de volar. Después de encontrar ese lugar, el águila comienza a golpear su pico en la pared hasta conseguir arrancarlo.

Luego debe esperar el crecimiento de uno nuevo con el que desprenderá una a una sus uñas.

Cuando las nuevas uñas comienzan a nacer, comenzará a desplumar sus plumas viejas. Después de cinco meses, sale para su vuelo de renovación y a vivir 30 años más.

Situaciones parecidas nos suceden a lo largo de la vida. Hay momentos en que parece que ya hemos dado en nuestro (trabajo, familia, comunidad, Congregación) todo lo que teníamos. Pareciera como si hubiéramos agotado nuestra creatividad y que ya no tenemos mucho que aportar.

Nuestra vida suele verse gris y envejecida. ¡Estamos en un punto de quiebre!. O nos transformamos como las águilas o estaremos condenados a morir. La transformación exige, primero, hacer un alto en el camino, tenemos que resguardarnos por algún tiempo. Volar hacia lo alto y comenzar un proceso de renovación.

Solo así podremos desprendernos de esas viejas uñas y plumas para continuar un vuelo de renacimiento y de victoria. Y ¿cuáles son esas plumas y uñas de las que tenemos que desprendernos?. Pues, cada uno puede identificarlas fácilmente en sus vidas: son aquellas actitudes, vicios y costumbres que nos impiden el cambio, que nos atan al pasado, a la mediocridad a la falta de ánimo para empezar la lucha.

En otros puede tratarse de resentimientos, complejos, baja o alta autoestima, que nos nublan la vista y la capacidad de ser objetivos con nosotros mismos. Debemos desprendernos de costumbres, tradiciones y recuerdos que nos causan dolor. Solamente libres del peso del pasado podremos aprovechar el resultado valioso que una renovación siempre trae.

Es increíble descubrir en la Biblia, que ya el salmista (1000 a 800 años antes de Cristo)

conocía el secreto de las águilas:

"El perdona todas tus culpas y sana todas tus enfermedades. El rescata tu vida de la tumba y te colma de amor y de ternura, sacia de bienes tu existencia, y te rejuveneces como un ÁGUILA"

Salmo 103: 3-5

 

Lo que Yo podría hacer.

1. Si yo quisiera, podría ayudar a que esta iglesia fuera la iglesia más evangelista en todo el mundo.

 2. Si yo quisiera, podría visitar a los miembros de esta iglesia que estén enfermos y encontrar la manera de poderles ayudar.

 3. Si yo quisiera, podría demostrar más devoción en los servicios de adoración y los estudios de la Biblia para recibir todo el bien de ellos para mí.

 4. Si yo quisiera, podría asistir a todas las clases bíblicas regularmente y animar a otros que asistan también.

 5. Si yo quisiera, podría aprovechar más el sermón, no resistiendo la verdad cuando señala algunas de mis debilidades.

 6. Si yo quisiera, podría hablarle a otros de Cristo y de su iglesia para dirigirlos a la salvación y, al menos, mis frutos hablarán de El.

 7. Si yo quisiera, podría usar mis esfuerzos para promover la armonía en la iglesia.

 8. Si yo quisiera, podría ofrendar según haya prosperado cada domingo, ayudando así a desparramar el evangelio por todo el mundo.

 9. Si yo quisiera, podría vivir cada día al servicio del Señor.

 Naturalmente, todo esto depende de lo que yo quisiera hacer, sabiendo que tengo la habilidad dada por Dios para serle un siervo honrado al Rey de reyes y al Señor de señores. Pero queda la pregunta: «¿Qué es en verdad lo que yo quiero hacer?»

 

La isla de los sentimientos.

Era una vez una isla donde habitaban todos los sentimientos, la alegría, la tristeza y mucho mas, incluyendo el amor. Un dia se les aviso a los moradores que la isla se iba a hundir. Todos los sentimientos se apresuraron a salir de la isla, tomaron sus barcos y partieron, pero el amor se quedo porque quería estar un rato mas con la isla que tanto amaba antes de que se hundiese.

Al fin ya casi ahogado, el amor comenzó a pedir ayuda. En ese momento venia la riqueza y el amor dijo:

-Riqueza, llévame contigo.

-No puedo, hay mucho oro y plata en mi barco, no tengo espacio para ti. Le pidió ayuda a la vanidad, que también venia pasando.

-Vanidad por favor, ayúdame.

-No te puedo ayudar amor, tu estas todo mojado y vas a arruinar mi barca nueva. Entonces el amor le pidió ayuda a la tristeza.

-Tristeza, ¿me dejas ir contigo?

-Ay amor, estoy tan triste que prefiero ir solita. También paso la alegría, pero iba tan alegre que ni escucho al amor llamar. Desesperado el amor, comenzó a llorar; ahí fue cuando una voz le llamo:

-Ven amor, yo te llevo. Era un viejito, pero el amor estaba tan feliz que se le olvido preguntar su nombre.

Al legar a tierra firme, el amor le pregunta a la sabiduría:

-Sabiduría, ¿quién era el viejito que me trajo hasta aquí? La sabiduría le respondió:

-El tiempo.

-¿El tiempo? ¿Pero por que solo el tiempo me quizo traer?

-La sabiduría respondió:

-Porque solo el tiempo es capaz de ayudar y entender a un gran amor.

 

 

Una Caja de Besos.

Aprendiendo de los hijos. Sucede que una niña de tres años decoró una caja con un papel dorado muy caro. Su padre se puso furioso cuando supo que su hija había desperdicio aquel papel tan caro que él había guardado para algo especial. Al otro día se sintió aborchonado cuando su hija le trajo la caja y le dijo, "Papá, esto esta para ti".

Pero su coraje explotó de nuevo cuando abrió la caja y no encontró nada. Le gritó, "¿Qué te pasa? ¿No sabes que cuando das algún regalo tienes que poner algo en la caja?" La niña llorando le dijo: "Ay papá, la caja no está vacía. La llené de besos para tí".

Su papá se sintió quebrantado de corazón, abrazando a su hija y pidiéndole perdón. Dicen que siempre guardaba la caja decorada con papel de oro al lado de su cama y que cuando se sentía desanimado, abría la caja, sacaba un beso imaginario y recordaba la niña amorosa que lo había puesto allí. Cada padre tiene una caja de besos del amor incondicional de sus hijos, una posesión muy preciosa.

 

 

La Televisión es Mi Pastor

La televisión es mi pastor. Nunca la apagaré. Me hace sentar en un sillón cómodo y no hacer nada por causa de Su nombre, porque ocupa todo mi tiempo libre. Me hace abandonar mis responsabilidades como cristiano, porque presenta tantos programas buenos que tengo que ver.

Me restaura el conocimiento de las cosas mundanas y me impide leer la palabra de Dios. Me guiará por sendas de faltar a los cultos y a la visitación de los enfermos. Aunque viva hasta la edad de 100 años, seguiré mirando la televisión porque es mi compañero fiel.

Su sonido y su imagen me infundirán aliento. Me satisface con entretenimiento y me hace olvidar la familia. Llena mi cabeza con malicia e ideas distintas a la palabra de Dios.

Ciertamente ningún bien y ninguna misericordia me seguirán porque mi televisión no me deja tiempo para hacer la voluntad de Dios y en el lugar reservado para el diablo y sus ángeles moraré para siempre.

 

Clavos de Coraje.

Había un joven con un genio muy fuerte, tan fuerte que su papá le dio una bolsa de clavos de cuatro pulgadas con la instrucción de que cada vez que pasara por una rabia metiera un clavo en la puerta de madera que estaba detrás de la casa. Tan malo era su genio, que al finalizar el primer día el joven había pegado 37 clavos en la puerta.

Con el tiempo la cantidad de clavos nuevos iban bajando ya que el joven estaba descubriendo que era más fácil aguantar su coraje que meter un clavo en la puerta. Llegó un día muy importante en la vida de aquél joven cuando había aprendido a aguantar su coraje y ningún clavo tuvo que meter en la puerta.

Al contar lo sucedido a su papá, éste último le indicó que por cada día que podía vivir sin pasar un coraje, que podía sacar un clavo de la puerta. Con el paso del tiempo, el joven un día le contó a su papá que ya la puerta estaba libre de los clavos de sus corajes. Su papá le llevó a la puerta y le dijo: "Te felicito, hijo mío, pero mira tantos boquetes que dejaron los clavos. Esta puerta nunca quedará como estaba. Uno puede disculparse con los demás por sus expresiones difíciles y abusivas, pero la marca siempre se queda. Las buenas amistades son como joyas de gran valor, difíciles de volver a adquirir. Nos hace falta su apoyo en la vida para ayudarnos en los momentos difíciles y animarlos a continuar hacia el éxito. Siempre sacan tiempo para ayudarnos. Hijo, demuestra a tus amistades lo mucho que los aprecias".

 

 

El Conejo y el Perro

Un señor le compró un conejo a sus hijos. Los hijos del vecino, le pidieron una mascota al padre. El hombre compró un cachorro de pastor alemán.

El vecino exclamó:  

- Pero él se comerá a mi conejo!

- De ninguna manera, mi pastor es cachorro.

Crecerán juntos, serán amigos. Yo entiendo mucho de animales. No habrá problemas. Y, parece que el dueño del perro tenía razón. Juntos crecieron y amigos se hicieron. Era normal ver al conejo en el patio del perro y al revés.

Los niños, felices observaban cómo ambos vivían en armonía.

Un viernes el dueño del conejo fue a pasar un fin de semana en la playa con su familia. El domingo, a la tardecita, el dueño del perro y su familia tomaban una merienda, cuando entra el pastor alemán a la cocina. Traía al conejo entre los dientes, sucio de sangre y tierra... muerto. Casi mataron al perro de tanto agredirlo.

 

Decía el hombre:

- El vecino tenía razón, ¿y ahora?

La primera reacción fue pegarle al perro, echar el animal como castigo. En unas horas los vecinos iban a llegar. - ¿Qué hacemos? Todos se miraban. El perro, llorando afuera, lamía sus heridas.

- ¿Pensaron en los niños y en su dolor?

No se sabe exactamente de quien fue la idea, pero dijeron:

- Vamos a bañar al conejo, dejarlo bien limpio, después lo secamos con el secador y lo ponemos en su casita en el patio. Como el conejo no estaba en muy mal estado, así lo hicieron. Hasta perfume le pusieron al animalito. Quedó bonito, "parecía vivo", decían las niños.

Y allá lo pusieron, con las piernitas cruzadas, como si estuviese durmiendo.

Luego al llegar los vecinos se sintieron los gritos de los niños. ¡Lo descubrieron! No pasaron ni cinco minutos que el dueño del conejo vino a tocar a la puerta. Blanco, asustado.

Parecía que había visto un fantasma.

- ¿Qué pasó? ¿Qué cara es esa?

- El conejo... el conejo...

-¿El conejo qué? ¿Qué tiene el conejo?

- ¡Murió!

- ¿Murió?

- ¡Murió el viernes!

- ¿El viernes?

- ¡Fue, antes de que viajáramos, los niños lo enterraron en el fondo del patio!

La historia termina aquí. Lo que ocurrió después no importa. Ni nadie lo sabe.

El gran personaje de esta historia es el perro. Imagínense al pobrecito, desde el viernes, buscando en vano por su amigo de la infancia. Después de mucho olfatear, descubrió el cuerpo enterrado. ¿Qué hace él? Probablemente con el corazón partido, desentierra al amigo y va a mostrárselo a sus dueños, imaginando poder resucitarlo. El hombre tiene la tendencia a juzgar anticipadamente los acontecimientos sin verificar lo que ocurrió realmente.

¿Cuántas veces sacamos conclusiones equivocadas de las situaciones y nos creemos dueños de la verdad?

 

 

La historia del Burro

Un día, el burro de un campesino se cayó en un pozo. El animal lloró fuertemente por horas, mientras el campesino trataba de buscar algo que hacer. Finalmente, el campesino decidió que el burro ya estaba viejo y el pozo ya estaba seco y necesitaba ser tapado de todas formas; que realmente no valía la pena sacar al burro del pozo.

Invitó a todos sus vecinos para que vinieran a ayudarle. Cada uno agarró una pala y empezaron a tirarle tierra al pozo.

El burro se dio cuenta de lo que estaba pasando y lloró horriblemente. Luego, para sorpresa de todos, se aquietó después de unas cuantas paladas de tierra.

El campesino finalmente miró al fondo del pozo y se sorprendió de lo que vio... con cada palada de tierra, el burro estaba haciendo algo increíble: Se sacudía la tierra y daba un paso encima de la tierra.

Muy pronto todo el mundo vio sorprendido cómo el burro llegó hasta la boca del pozo, pasó por encima del borde y salió trotando...

La vida va a tirarte tierra, todo tipo de tierra... el truco para salir del pozo es sacudírsela y usarla para dar un paso hacia arriba. Cada uno de nuestros problemas es un escalón hacia arriba. Podemos salir de los más profundos huecos si no nos damos por vencidos...

¡¡¡Usa la tierra que te echan para salir adelante!!!

 

Recuerda las 5 reglas para ser feliz: Libera tu corazón del odio. Libera tu mente de las preocupaciones. Simplifica tu vida. Da más y espera menos. Ama más y... sacúdete la tierra porque en esta vida hay que ser solución, no problema

 

El Barbero

Un hombre fue a una barbería a cortarse el cabello y recortarse la barba, como es costumbre. En estos casos entablo una amena conversación con la persona que le atendía. Hablaban de tantas cosas y tocaron muchos temas, de pronto tocaron el tema de Dios, el barbero dijo:

Fíjese caballero que yo no creo que Dios exista, como usted dice. Pero, ¿porque dice usted eso? pregunto el cliente.

Pues es muy fácil, basta con salir a la calle para darse cuenta de que Dios no existe, o dígame, acaso si Dios existiera, habrían tantos enfermos, habría niños abandonados, si Dios existiera no habría sufrimiento ni tanto dolor para la humanidad, yo no puedo pensar que exista un Dios que permita todas estas cosas.

El cliente se quedó pensando un momento, pero no quiso responder para evitar una discusión.

El barbero termino su trabajo y el cliente salió del negocio. Recién abandonaba la barbería cuando vio en la calle a un hombre con la barba y el cabello largo, al parecer hacia mucho tiempo que no se lo cortaba y se veía muy desarreglado. Entonces entro de nuevo a la barbería y le dijo al barbero. ¿Sabe una cosa? los barberos no existen ¿Cómo que no existen? pregunto el barbero Si aquí estoy yo y soy barbero.

No! Dijo el cliente, no existen porque si existieran no habría personas con el pelo y la barba tan larga como la de ese hombre que va por la calle.

Ah, los barberos si existen, lo que pasa es que esas personas no vienen hacia mí. Exacto! Dijo el cliente Ese es el punto, Dios si existe lo que pasa es que las personas no van hacia él y no le buscan, por eso hay tanto dolor y miseria.

 

EL COFRE DE VIDRIO ROTO

Érase una vez un anciano que había perdido a su esposa y vivía solo. Había trabajado duramente como sastre toda su vida, pero los infortunios lo habían dejado en bancarrota, y ahora era tan viejo que ya no podía trabajar. Las manos le temblaban tanto que no podía enhebrar una aguja y la visión se le había enturbiado demasiado para hacer una costura recta.

Tenía tres hijos varones, pero los tres habían crecido y se habían casado, y estaban tan ocupados con su propia vida que sólo tenían tiempo para cenar con su padre una vez por semana.

El anciano estaba cada vez más débil, y los hijos lo visitaban cada vez menos. No quieren estar conmigo ahora -se decía- porque tienen miedo de que yo me convierta en una carga.

Se pasó una noche en vela pensando qué sería de él y al fin trazó un plan.

A la mañana siguiente fue a ver a su amigo el carpintero y le pidió que le fabricara un cofre grande. Luego fue a ver a su amigo el cerrajero y le pidió que le diera un cerrojo viejo. Por último fue a ver a su amigo el vidriero y le pidió todos los fragmentos de vidrio roto que tuviera.

El anciano se llevó el cofre a casa, lo llenó hasta el tope de vidrios rotos, le echó llave y lo puso bajo la mesa de la cocina.

Cuando sus hijos fueron a cenar, lo tocaron con los pies.

"Qué hay en ese cofre?", preguntaron, mirando bajo la mesa.

"¡Oh, nada!, -respondió el anciano-, sólo algunas cosillas que he ahorrado".

Sus hijos lo empujaron y vieron que era muy pesado. Lo patearon y oyeron un tintineo.

"Debe estar lleno con el oro que ahorró a lo largo de los años", -susurraron.

Deliberaron y comprendieron que debían custodiar el tesoro. Decidieron turnarse para vivir con el viejo, y así podrían cuidar también de él.

La primera semana el hijo menor se mudó a la casa del padre, y lo cuidó y le cocinó. A la semana siguiente lo reemplazó el segundo hijo, y la semana siguiente acudió el mayor. Así siguieron por un tiempo.

Al fin el anciano padre enfermó y falleció. Los hijos le hicieron un bonito funeral, pues sabían que una fortuna los aguardaba bajo la mesa de la cocina, y podían costearse un gasto grande con el viejo. Cuando terminó la ceremonia, buscaron en toda la casa hasta encontrar la llave, y abrieron el cofre. Por cierto, lo encontraron lleno de vidrios rotos.

"¡Qué triquiñuela infame!, -exclamó el hijo mayor-. ¡Qué crueldad hacia sus hijos!".

"Pero, ¿qué podía hacer? -preguntó tristemente el segundo hijo-. Seamos francos. De no haber sido por el cofre, lo habríamos descuidado hasta el final de sus días".

"Estoy avergonzado de mí mismo, -sollozó el hijo menor-. Obligamos a nuestro padre a rebajarse al engaño, porque no observamos el mandamiento que él nos enseñó cuando éramos pequeños".

Pero el hijo mayor volcó el cofre para asegurarse de que no hubiera ningún objeto valioso oculto entre los vidrios. Desparramó los vidrios en el suelo hasta vaciar el cofre. Los tres hermanos miraron silenciosamente dentro, donde leyeron una inscripción que el padre les había dejado en el fondo: "Honrarás a tu padre y a tu madre".

 

El Fabricante de Lápices...

Un fabricante de lápices tomó un lápiz justo antes de meterlo en su caja, y le dio unos consejos y le dijo: Hay 5 cosas que debes saber antes que seas enviado al mundo. Siempre recuérdalas y serás el mejor lápiz del mundo.

Las 5 cosas son las siguientes:

1- Siempre harás cosas grandiosas, pero solo si te dejas sostener en la mano de alguien más.

2- Experimentarás el dolor en algunas ocasiones en que te saquen punta, pero es necesario para que seas cada vez un mejor lápiz.

3- Tendrás errores, pero tendrás un borrador para corregirlos todos.

4- La parte más importante de ti es la que llevas dentro.

5- En cualquier superficie que seas usado, tendrás que dejar tu marca. No importan las circunstancias o las condiciones, deberás continuar escribiendo.

El lápiz entró en su caja prometiendo recordar estas 5 cosas y con un propósito en su corazón de ser útil. Ahora podríamos ponernos nosotros en el lugar del lápiz y recordar estas 5 cosas para ser, cada día, una mejor persona:

1- Siempre harás cosas grandiosas, pero solo si te dejas sostener en la mano de Dios.

2- Experimentarás el dolor en algunas ocasiones de las luchas y tribulaciones, pero es necesario para que seas más fuerte y valiente cada vez.

3- Tendrás errores, pero tendrás humildad para corregirlos todos y crecer por medio de ellos.

4- La parte más importante de ti es la que llevas dentro del corazón.

5- En cualquier superficie que camines, tendrás que dejar tu marca, no importan las circunstancias o las condiciones que se produzcan.

 

EL TURISTA Y EL SABIO

 Se cuenta que en el siglo pasado, un turista americano fue a la ciudad de El Cairo, Egipto, con la finalidad de visitar a un famoso sabio. El turista se sorprendió al ver que el sabio vivía en un cuartito muy simple y lleno de libros. Las únicas piezas de mobiliario eran una cama, una mesa y un banco.

¿Dónde están sus muebles? preguntó el turista.

Y el sabio, rápidamente, también preguntó: -¿Y dónde están los suyos...?

¿Los míos?, se sorprendió el turista. ¡Pero si yo estoy aquí solamente de paso!

Yo también... concluyó el sabio. "La vida en la tierra es solamente temporal... sin embargo, algunos viven como si fueran a quedarse aquí eternamente y se olvidan de ser felices"

1.. Dios no te preguntará qué modelo de auto usabas; te preguntará a cuánta gente llevaste.

2.. Dios no te preguntará los metros cuadrados de tu casa; te preguntará a cuánta gente recibiste en ella.

3.. Dios no te preguntará la marca de la ropa en tu armario; te preguntará a cuántos ayudaste a vestirse.

4.. Dios no te preguntará cuán alto era tu sueldo; te preguntará si vendiste tu conciencia para obtenerlo.

5.. Dios no te preguntará cuál era tu título; te preguntará si hiciste tu trabajo con lo mejor de tu capacidad.

6..Dios no te preguntará cuántos amigos tenías; te preguntará cuánta gente te consideraba su amigo.

7.. Dios no te preguntará en qué vecindario vivías; te preguntará cómo tratabas a tus vecinos.

8.. Dios no te preguntará el color de tu piel; te preguntará por la pureza de tu interior.

9.. Dios no te preguntará por qué tardaste tanto en buscar la Salvación; te llevará con amor a tu casa en el Cielo y no a las puertas del Infierno.

10.. Dios no te preguntará a cuántas personas enviaste este mensaje; te preguntará si te dio vergüenza hacerlo.

El Elefante Encadenado

Cuando yo era chico me encantaban los circos, y lo que más me gustaba eran los animales. Me llamaba poderosamente la atención, el elefante. Después de su actuación, el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas a una pequeña estaca clavada en el suelo. Sin embargo, la estaca era un minúsculo pedazo de madera, apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa, me parecía obvio que ese animal, capaz de arrancar un árbol de raíz con su propia fuerza, podría con facilidad arrancar la estaca y huir. ¿Qué lo mantiene? ¿Porqué no huye?

Cuando era chico, pregunte a los grandes. Algunos de ellos me dijeron que el elefante no escapaba porque estaba amaestrado. Hice entonces, la pregunta obvia… - Si está amaestrado, ¿porqué lo encadenan? No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente. Hace algunos años descubrí que alguien había sido lo suficientemente sabio como para encontrar la respuesta.

El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy, muy pequeño. En aquel momento, el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo, no pudo.

La estaca, era ciertamente, muy fuerte para él. Juraría que se durmió agotado, y que al día siguiente volvió a intentar, y también el otro, y el que seguía...

Hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino. Este elefante enorme y poderoso que vemos en el circo no escapa porque CREE QUE NO PUEDE. El tiene registro y recuerdo de su impotencia, de aquella impotencia que sintió poco después de nacer. Y lo peor, es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente si podía. Jamás.... jamás intentó poner a prueba su fuerza otra vez.

Y tu, tienes algo de elefante? Cada uno de nosotros somos un poco como ese elefante: vamos por el mundo atados a cientos de estacas que nos restan libertad. Vivimos creyendo que un montón de cosas "no podemos" simplemente porque alguna vez probamos y no pudimos. Grabamos en nuestro recuerdo: No puedo... No puedo y nunca podré. Muchos de nosotros crecimos portando ese mensaje que nos impusimos a nosotros mismos y nunca más lo volvimos a intentar. La única manera de saber, es intentar de nuevo poniendo en el intento TODO TU CORAZÓN

...Autor Anónimo...

 

Quítate la Capa

Hace unos años atrás, en mi adolescencia, participaba en carreras atléticas en la secundaria, y muchas veces en los entrenamientos, los compañeros “jugábamos” a ver quien podía correr mas con una tela sobre la cabeza y tapando los ojos, la verdad era muy difícil , una ves no pude dar mas de 10 pasos, y sentí que me iba a caer, no sabía dónde iba a poner los pies ,sentí miedo de caerme , por lo tanto me arrodille hasta tocar el suelo con mis manos, en ese momento sentí un gran alivio, pero pensé si me vuelvo a poner de pie con esta tela posiblemente se me va a hacer muy difícil volver a correr, y desistí de la tela, me la quite, y pude ver donde estaba la meta.....iba corriendo hacia el extremo opuesto. Tal vez en tu vida estas corriendo sin rumbo, puede ser que tengas una “tela” sobre tu mente, no tienes los pensamientos claros y no sabes hacia dónde vas , es hora de arrodillarte , clamar y obedecer a Jesús como lo hizo el ciego Bartimeo y comiences a llamar a El Maestro ,el te va a quitar ese manto sobre tu vida, el manto del pecado , pero debes obedecerle para que te cubra con su manto, con su sangre y con su poder, es hora de levantarte y lanzar el manto y acercarte a Jesús.

“El entonces, arrojando su capa, se levantó y vino a Jesús “. (Marcos 10:50)

..Autor Anónimo...

 

 

¿Quién Gana la Carrera?

Se cuenta la historia de un rey que organizó una carrera para que participaran todos los jóvenes de su reino. La meta sería en medio del patio del palacio, y el premio una bolsa llena de monedas de oro. La carrera comenzó, pero al llegar a cierto lugar en la ruta, uno tras uno, los corredores se encontraron con un gran montón de rocas que les interrumpía el paso. No queriendo perder la oportunidad de alcanzar la meta y ganarse el deseado premio, cada uno maniobraba para pasar, ya fuese por encima de las rocas o rodeando el obstáculo hasta salir al otro lado y continuar. Poco a poco los corredores fueron llegando a la meta, y después de un tiempo todos estaban en el patio del palacio. Todos, menos uno. El rey decidió que la presentación del premio no se haría sino hasta que el que todavía faltaba, llegara. Después de una larga espera, vieron al corredor que se acercaba. Cuando llegó y levantó su mano para saludar al rey, notaron que había sangre en ella. Entre resuellos el corredor dijo: "Oh Señor Rey le ruego me disculpe la tardanza, pero en medio del camino había un gran promontorio de rocas, y al estar quitándolas me dañe la mano. Pero en el fondo me encontré con esta bolsa llena de monedas de oro". El Rey respondió: "Hijo mío, tú has ganado la carrera y el premio, porque el mejor competidor es el que no sólo piensa en sí mismo, y en ganar, sino en hacer más seguro el camino para los que vienen atrás".

...Autor Anónimo...

 

 

Granos de Café.

Una joven hablaba con su padre y se quejaba acerca de su vida, lo difícil que era para ella alcanzar metas. "No sé que hacer papá, en ocasiones me siento que voy a desfallecer, me siento con deseos de renunciar a todo, hasta a la propia vida. Me siento cansada de

luchar. Cuando un problema se resuelve, otro nuevo surge.'

Su padre, que trabajaba como cocinero, la llevó a la cocina. Llenó tres cazuelas pequeñas con agua y las puso a calentar al fuego. Cuando el agua comenzó a hervir, el hombre colocó dentro de la primera zanahorias, dentro de la segunda huevos y dentro de la tercera granos de café. Los ingredientes quedaron así cocinándose por varios

minutos mientras que la impaciente hija se preguntaba el significado de todo aquello. Al cabo de veinte minutos el padre apagó las hornillas. Sacó la zanahoria de la cazuela y la colocó en un plato e hizo lo mismo con el huevo. Finalmente tomó una taza y sirvió el café en la misma.

"-¿Hija, que ves?" - preguntó el padre. "- Veo zanahorias, huevos y café." - respondió ella.

Tomando a su hija de la mano le pidió que tocara la zanahoria.. Al hacerlo notó que la zanahoria estaba blanda y suave. Le pidió entonces que tomara un huevo y lo rompiera. Al quitarle la cáscara al huevo encontró el interior del mismo endurecido. Finalmente le pidió que probara el café. Así lo hizo, deleitándose en su rico aroma.

"-¿Qué me quieres decir con esto, papá?" – preguntó la hija.

El padre explicó que cada uno de aquellos ingredientes se había enfrentado a la misma adversidad, al agua caliente, sin embargo cada uno de ellos reaccionó en una forma distinta. La zanahoria fue al agua dura y fuerte, pero después de unos minutos se puso blanda y débil.

El huevo fue al agua con fragilidad, su interior líquido estaba protegido por una débil cáscara; pero después de haber experimentado el agua caliente su interior se endureció. Sin embargo los granos de café fueron distintos. Después de estar en el agua caliente, los granos transformaron el agua.

"-¿Cuál de estos eres tú?" - preguntó el padre a su hija.

¿Qué tal, pues? Cuando la adversidad golpea a tu puerta,

¿cómo respondes? ¿Eres tu una zanahoria, un huevo o un grano de café? ¿Eres tú la zanahoria que por fuera aparenta dureza y fortaleza pero con el fuego de la prueba se ablanda y pierde su fortaleza de carácter?

¿O tal vez el huevo que al comienzo es suave en su interior, pero el fuego de una prueba, un divorcio, una enfermedad, un accidente, una muerte lo pone duro? ¿Por fuera luces igual, pero por dentro te has endurecido y ahora tienes un corazón amargado?

¿O serás tu como el grano de café? ¡El grano de café al entrar en el agua, el hervor transformó el agua! Para que el café suelte todo su sabor el agua tiene que calentarse a 212 grados Fahrenheit; o sea que mientras más caliente, más sabor le da al agua. Si tú eres como el grano de café, mientras peor se pongan las cosas más transformas lo que está a tu alrededor.

¿Eres una zanahoria, un huevo o un grano de café? ¿Cómo manejas la adversidad?

....Autor Anónimo...

 

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